Page 336 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
Roberto es egresado del bachillerato que ofrece el Centro Clotet. Su herma-
na Marisol, que es menor, también es sorda. No hay más familiares con esta condi-
ción y aunque hay un componente genético, no saben exactamente a qué se debe.
Ambos usaron aparato auditivo, aunque les generaba molestia y lo abandonaron.
Sus primeras señas ocurrieron en el contexto escolar cuando todavía eran adoles-
centes y desde entonces no las dejaron. A su papá no le agradó mucho porque ha-
bían invertido recursos económicos en los aparatos, pero entendieron en casa que
los artefactos no habían cumplido su objetivo. Roberto recuerda que tenía entre 13
y 14 años cuando se inició en las señas en el contexto escolar, pero fue entre los 16
y 17 cuando ya las adoptó plenamente. En 2019 tenía 23 años.
En la familia únicamente su madre ha aprendido cuestiones básicas de las
señas en una escuela dirigida por sordos. Hace su esfuerzo, aunque todavía hay con-
fusiones: «yo le corrijo porque ella hace mucho de español signado y yo no entien-
do eso, mi mamá se confunde. Le digo: ‘tú tienes que signar en LSM como sordos’.
Entonces le corrijo, pero es una costumbre de oyentes». Su padre ha tenido mucho
menos acercamiento con las señas. Roberto indica que generalmente está ocupado
con el trabajo y atendiendo el celular. Para comunicarse, en casa confluyen las señas,
mímica y español escrito.
A diferencia de otras experiencias en las que los sordos son los únicos con
esta condición en el ámbito barrial, Roberto y su hermana han tenido vecinos sordos
cerca de su domicilio. Comenta que conoce a una familia de cuatro sordos, también
una joven ex-alumna del Centro Clotet que forma parte de una familia oyente. A
pesar de la proximidad, señala que las ocupaciones los han alejado. La escuela, en
cambio, se presenta como el sitio desde el que articulan él y Marisol su vida como
sordos señantes.
Similar a otras historias narradas, Roberto y su hermana tuvieron compli-
caciones en las escuelas de oyentes a las que asistieron. No sólo por las dificultades
comunicativas, sino también por la violencia escolar relacionada con la discrimina-
ción por ser sordos y hablar con las manos, burlas y peleas, en particular de Roberto
con compañeros oyentes:
Es que estábamos mi hermana y yo juntos y hacíamos mímica, no signábamos y decían que pare-
cíamos monos y se burlaban de nosotros, entonces yo sí veía, captaba algunas palabras de lectura
labiofacial y les decía que no me gustaba que me dijeran mono y me enojaba. Aquí (en el Centro
Clotet) fue diferente porque compartíamos y nos divertíamos (Roberto).
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