Page 346 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
y sí hay algo que me molesta, es diferente (…) Vamos de compras, vamos a los museos, a jugar, de
viaje y yo agradezco mucho que me ayudaran a abrir mi mente, oportunidades nuevas de ser más
positiva. Me preguntan: «¿estás cansada?, ¿quieres dormir?, ¿hay algo que te molesta?»; «no, no
pasa nada» y eso me ha gustado mucho de la convivencia con los oyentes (Miroslava).
Pocas veces sale a la luz en la investigación el tema de las relaciones sociales
y sus conflictividades entre la comunidad sorda, como sucede en cualquier grupo
humano. Un discurso muy similar al de Miroslava identifiqué en otras entrevistas
y en pláticas tanto con oyentes como con algunos sordos: la flojera, la falta de mo-
dales, ser chismosos, la resistencia a progresar o las informalidades, forman parte
de rasgos evocados, como si se tratase talantes atribuidos ontológicamente a buena
parte de los sordos. Miroslava por su cuenta trata de ofrecer una respuesta social a
dichos malestares: la falta de comunicación con la familia, el acceso a la educación o
la carencia de empleo.
El asunto es polémico y polisémico. Por lo tanto, difícil de abordar. Además,
ética y políticamente no corresponde proyectarme a favor o en contra sobre decla-
raciones como la de Miroslava. Analíticamente, desde el punto de vista biográfico,
identifico que luego de 20 años de convivir con la comunidad sorda, Miroslava deci-
dió comenzar a abrirse paso entre los oyentes. Puede ser en el trabajo, pero también
con oyentes que forman parte de la comunidad LGBTTTIQ+. Para algunos sordos
este fenómeno se interpreta como la pretensión de adquirir una (falsa) identidad
oyente, bajo la creencia de que es superior ser oyente.
En este sentido, los sordos postlingüistas, los hipoacúsicos con «restos au-
ditivos» que les permite conectar medianamente con el mundo sonoro, quienes
saben leer los labios, tienen un nivel considerable de español escrito, oralizan, uti-
lizan implante coclear o aparatos auditivos, son identificados como los primeros
en ser proclives a «creerse oyentes». Miroslava, sin embargo, pese a haber sido
adiestrada en la oralización como muchos otros sordos, manifiesta orgánicamente
su inclinación por las señas. Es sorda profunda y no utiliza aparato auditivo o im-
plante coclear.
Considero que Miroslava no rechaza en absoluto su identidad sorda, empe-
ro, ello no significa que siempre esté de acuerdo con el modo en el que las personas
sordas se relacionan. Además, en términos sociológicos, dado el tamaño de la comu-
nidad sorda, pareciera que se reduce la «oferta» de algunos tipos de relaciones, por
ejemplo, para conseguir pareja. De hecho, alguna vez alguien de la comunidad me
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