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Socializaciones, politización y desencantos biográficos



                Me preguntó mi familia si quería ir a la escuela de sordos y yo les dije que sí, qué a dónde y fuimos.
                Vi que eran muchos sordos, también se comunicaban con Lengua de Señas Americana (ASL por
                sus siglas en inglés), era difícil. Iba a la escuela de 8 de la mañana a 1 de la tarde, lunes a viernes.
                Fui aprendiendo poco a poco la lengua de allá. Los sordos se comunicaban, pues muy rápido (…)
                también mi tía me preguntó que si quería trabajar y le dije que sí. Entré a trabajar a una tienda
                de abarrotes, 4 horas diarias. cerrábamos a las 10 y me iba a dormir. al otro día temprano a la
                escuela y luego el trabajo por las tardes. Sábado y domingo igual a trabajar y la escuela de lunes
                a viernes (Fernando).


                 Se dice que el mundo cambió en 2001 con la caída de las torres gemelas
          y a Fernando, de alguna manera, también le afectó personalmente. Luego de que
          ocurrió el fatídico evento, recibió una carta de su madre pidiéndole que regresara a
          México porque percibía que en Estados Unidos el ambiente era muy conflictivo por
          aquella época. Aunque la idea no agradó del todo, accedió y al poco tiempo retornó
          México. De vuelta a la capital, comenzó a sostener una relación afectiva, de la que
          nació su hijo, sin embargo, se separó.

                 Retomando su vida social con la comunidad sorda, por invitación de un ami-
          go comenzó a asistir al conocido Vips de Plaza Universidad (ver capítulo III). Re-
          cuerda que los sordos pasaban horas platicando en el restaurante-café; era 2003, te-
          nía 26 años. No obstante, a los pocos meses comenzó a aburrirse de los encuentros,
          pues la dinámica siempre era la misma. Por otro lado, en el contexto del deporte
          también retomó su participación. Por esta época participaba en torneos de fútbol
          organizados cerca del Metro Guelatao. En 2008 la hoy Alcaldía de Cuauhtémoc in-
          auguró la «casa de cultura del sordo», menor conocido como el «deportivo Mina»,
          ubicado cerca del Templo de San Hipólito. Las instalaciones cuentan con cancha de
          fútbol, las cuales fueron aprovechadas por la liga de fútbol en la que Fernando con-
          tinuaba participando en 2019.


                 Ahora bien, luego de varios años como señante, se le presentó la oportu-
          nidad de transmitir su conocimiento a través de un mecanismo formal: los cursos
          de señas. En 2015 comenzó a dar clases en el Centro de Caridad Padre Pro, un sitio
          religioso de orientación católica ubicado cerca de la Colonia Roma. Fernando ingre-
          só junto a Brenda, intérprete de señas. Desde ese momento Fernando no abandonó
          dicha actividad; poco tiempo después, por mediación de Brenda, se integró a In-
          cluSor donde actualmente continúa como profesor de señas. Por un tiempo estuvo
          alternando su asistencia al Centro de Caridad e IncluSor, pero finalmente dejó de
          participar en el primero y se enfocó en el segundo.



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