Page 355 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Socializaciones, politización y desencantos biográficos




          rato auditivo, después me mandaron a una terapia de lenguaje. Cuando eso pasó ya
          tenía como 19 años, estuve dos años los martes y viernes». En esta época, gracias
          a un amigo conoció el Templo de San Hipólito. Comenzó a asistir, aunque sólo por
          un periodo muy breve, pues no tenía tiempo por el trabajo, además se casó y deci-
          dió regresar a vivir a Veracruz. Al poco tiempo, sin embargo, regresó por la falta de
          oportunidades laborales. Comenzó a ganar dinero y a construir su casa en Veracruz,
          aunque se divorció.

                 La amistad con el amigo que lo invitó al Templo de San Hipólito continuó.
          Ubicado nuevamente en la Ciudad de México, ahora lo invitó a convivir en un Vips
          con más sordos. Recuerda que asistieron a varios Vips incluido el de Universidad,
          cerca del Metro Zapata, donde otros sordos comentaron que también asistieron.
          Empero, la experiencia de Raúl no fue exactamente grata:

                Íbamos todos juntos a tomar café en una mesa, el amigo mío que se murió hace poco me llevó, me
                presentó a todos, me dio mucho gusto conocerlos, pero luego había problemas, me fui separando
                poco a poco, no quería problemas y me fui alejando de ellos (…) a algunos sordos les hace falta edu-
                cación, porque tienen dinero se visten bien, como yo antes iba con una ropa normal, estaban todos
                platicando y decían que era un indio, después me fui alejando, peleas siempre… (Raúl).


                 Raúl y yo nos conocimos en la peregrinación anual que se realiza del Templo
          de San Hipólito a la Basílica de Guadalupe. En esa ocasión lo invitó una amiga suya
          sorda originaria del estado de Puebla. Era la tercera ocasión en la que asistía. Nues-
          tro encuentro fue casual, comenzamos a platicar en LSM, intercambiamos números
          de teléfono celular, semanas después le propuse hacerle una entrevista y accedió.
          Llegó el día de la cita y previendo las necesidades de comunicación pedí a Berenice,
          la intérprete que me estaba apoyando con varias entrevistas, que me acompañara.
          En esta ocasión, sin embargo, Raúl comenzó a oralizar y a leer los labios apoyándose
          en lo que podía captar por medio del aparato auditivo. En realidad, esa ocasión no
          hubo necesidad de interpretar.

                 Su historia vinculada a la comunidad sorda parece estar marcada por una
          serie de encuentros y desencuentros intermitentes. Primero, la necesidad econó-
          mica y sus ocupaciones impidieron que asistiera periódicamente al Templo de San
          Hipólito. Recuerda que únicamente tuvo oportunidad de acudir dos meses. Segun-
          do, una cuestión de apariencia desató comentarios de cariz racista y clasista que
          terminaron por alejarlo de los sordos, al menos de ciertos círculos. En tanto que pro-
          blemáticas de carácter estructural y cultural, el racismo y el clasismo (además del


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