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Socializaciones, politización y desencantos biográficos




          comentó la hipótesis de que la homosexualidad entre sordos podría vincularse con
          el hecho de que las opciones de pareja del sexo opuesto se agotan.

                 En consecuencia, para algunos sordos las relaciones (no sólo afectivas) con
          oyentes se presentan como un horizonte de posibilidades en términos de adquisi-
          ción de otras experiencias. Finalmente, en la práctica, aun cuando Miroslava esté
          «probando» la socialización con oyentes, no significa que haya renunciado radical y
          definitivamente al encuentro con la comunidad sorda. Durante y después del perio-
          do oficial del trabajo de campo, supe que Miroslava seguía atenta a lo que ocurre con
          los sordos y continuaba involucrándose. Desde el trabajo, que ocupa buena parte de
          su vida diaria, socializa al menos con una persona sorda más. La lengua de señas, las
          amistades y la identidad sorda parecen coexistir en ambivalencia con la pretensión
          de acercarse a los oyentes.


          5. Fernando: «tuve un cambio de vida, ahora me interesa más la política»


          Fernando nació en la Ciudad de México. Casi toda su vida ha residido en la capital
          del país. En 2019 estaba llegando a los 42 años. Tiene 4 hermanos: 3 mujeres y un
          hombre. Él fue el único con dificultades de audición, aunque tuvo dos tías hipoacú-
          sicas. La pérdida de audición fue gradual. Durante su niñez podía reconocer algunos
          ruidos, incluidas voces. En ocasiones sus familiares lo convocaban con voz fuerte y
          acudía al llamado, sin embargo, como reconoce, la comunicación era limitada dentro
          del hogar; como se verá, desde que tuvo oportunidad comenzó a encontrarse con
          sordos fuera del hogar.


                 Buscando aprovechar la capacidad auditiva durante su niñez, la familia con-
          sideró que era oportuno usar aparato auditivo. Fernando recuerda que era de los
          antiguos caracterizados porque colgaba del cuello una caja pequeña de metal de la
          que se desprendían audífonos. Tenía 7 años cuando comenzó a utilizarlos, pero a
          los dos años dejaron de servir. Posteriormente acudió al DIF a pedir apoyo con unos
          aparatos auditivos nuevos, los cuales fueron otorgados.

                 Durante la etapa que los utilizó, se dio cuenta de que otros sordos no lo
          hacían. Varios le comentaron que no les gustaba, con lo que comenzó a hacer re-
          flexión sobre su uso; a los 14 años los abandonó. Similar a otros sordos con los que
          tuve oportunidad de conversar, decidió guardarlos en casa y no volvió a emplearlos.



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