Page 364 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
los Testigos de Jehová en la congregación de señas de la colonia Roma:
Unos 5 años atrás llegaron a mi casa, tocaron la puerta, fui corriendo a abrir y me saludan enseñas
¿wow! «¿Tú eres oyente?; «sí, soy oyente» y me impactó y empezó a señarme: «queremos platicarte
de la Biblia, nosotros somos Testigos de Jehová» y seguía señando de manera normal, muy bien.
Después de algún tiempo vino otra mujer y entonces ella iba a mi casa y me explicaba de la Biblia.
Se equivoca un poco en algunas señas y yo la ayudaba, la corregía: «muchas gracias»; «no te pre-
ocupes, yo puedo ayudarte para que mejores» y después me invitaron al Salón de los Testigos de
Jehová y me encantó porque pues claro, en mi familia son oyentes y mi convivencia es con oyentes.
En la Congregación había pocos sordos, pero interactuamos muy bien. Cuando me doy cuenta que
hay algunos errores, al terminar la reunión me acerco y empiezo a corregir señas y a ayudarlos y lo
mismo: pedían disculpas y yo les decía que no se preocuparan, para eso estoy y luego entonces me
abordan, soy como la maestra, resuelvo dudas (Marcela).
Gracias a ella pude conocer la Congregación de la Colonia Roma donde, efecti-
vamente, acudían pocos sordos, incluso menos que en Milpa Alta. En todos estos grupos
religiosos convivió con más personas sordas. Marcela entiende de este modo su paso
por dichas religiones: «jamás lo vi como renunciar, sino pausar un poco, estar más tran-
quila. Sigo en contacto con los de la Iglesia Bautista, también con los de la Amistad…».
A diferencia de las generaciones más jóvenes, Marcela no tuvo oportunidad
de acudir a una escuela donde se enseñara LSM como primer idioma y como canal
de comunicación para aprender los contenidos escolares. Le tocó asistir a escuelas
de oyentes donde se apoyaba de la lectura labiofacial o de alguna amiga cercana
para comprender los contenidos. También acostumbraba a sentarse hasta adelante
para captar de mejor manera lo que los profesores estaban diciendo:
Me acercaba al maestro y le decía: «por favor habla bien, gesticula de manera normal, no rápido ni
tan despacio para que yo pueda leerte los labios». el maestro jamás había trabajado con sordos, no
sabía lo que significaba eso, siempre había estado con oyentes, pero la verdad es que ese maestro
tuvo muchísima paciencia, se esforzó para darme la atención que yo necesitaba y poder tener una
comunicación real (Marcela).
En parte del nivel básico (primaria y secundaria) estuvo inscrita en el
IPPLIAP, aunque para esa época la institución todavía se regía por el enfoque oralis-
ta. Llegó hasta el bachillerato, sin embargo, tuvo que dejarlo por problemas econó-
micos y familiares. Su madre enfermó y tuvo que retirarse de las aulas para cuidarla.
Luego de ese periodo de cuidados ya no regresó al bachillerato, pero desarrolló el
hábito del estudio autodidacta para seguir aprendiendo lo más que pudiera de espa-
ñol. Además, decidió estudiar cultura de belleza tres años.
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