Page 382 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
líderes de los vagoneros sordos de la línea 3 me comentó en 2019 que aproximada-
mente desde 2017 los habían dejado trabajar sin problemas. José coincidió con esta
posición en la entrevista colectiva: «anteriormente algunos policías eran un poco
necios, pero bueno, ahorita hemos trabajado tranquilamente».
A lo largo de los años como grupo han transitado por períodos de persecu-
ción y de calma; las relaciones con las autoridades nunca han sido fijas. No obstante,
con el pasar de las experiencias, se ha creado una suerte de legitimidad arraigada
al discurso de antigüedad. Al menos en las líneas 3 y 9 lo tienen claro: el derecho al
lugar de trabajo en el Metro se ha forjado por su tiempo de permanencia, por las re-
laciones que han logrado gestionar y el darse a conocer, no sólo con las autoridades,
sino también con vagoneros oyentes, además de fraguar amistades y lazos de soli-
daridad con vendedores de puestos fijos. Pero la antigüedad como derecho no sólo
implicó permanecer pasivamente en el Metro dejando pasar el tiempo; se constituye
la adquisición de experiencias en función de la puesta en marcha de distintas estra-
tegias prácticas. Los vagoneros dejaron ver que paulatinamente con las detenciones
policiacas comenzaron «ingeniárselas»:
Cuando me agarraron la primera vez después me soltaron, pero era muy necios, muy necios, ya
después me enseñaron mis compañeros cómo tenía que yo que hacer y ya me las ingeniaba (…)
cuando me agarraron, ¡ay!, tenía que ingeniármelas para poderme… después tuve que ingeniár-
melas cuando me agarraron y sentí muy feo, pero ya, ya tiene tiempo, después me las ingenié para
que no me pudieran agarrar (Entrevista colectiva, Emma). 166
Una de las primeras formas de «ingenio» fue tratar de ocultarse y «vigilar» a
los mismos vigilantes para lograr permanecer dentro de un sitio que les era negado.
El moverse de vagón en vagón constituye una práctica que habilita el «camuflaje»
entre el movimiento de los pasajeros. Por el contrario, es evidente que, si los ven-
dedores permanecieran en un solo sitio, serían más proclives a la identificación y
la detención. Además, la venta al interior de los vagones siempre comienza una vez
166 Por aquella época en la que iniciaron varios de ellos, en la segunda mitad de los años noventa, los problemas en el Metro
no sólo se relacionaban con los arrestos. También había extorsiones por parte de «líderes de ambulantes», como se ad-
virtió a través de una nota publicada por el periódico «La Jornada», aunque no hablé sobre ese tema con los vagoneros.
La nota indicaba que por lo menos 800 «sordomudos» eran extorsionados diariamente en el Metro, a quienes se les
cobraba cuotas de entre 20 y 50 pesos diarios para dejarlos trabajar. Esta noticia llegó en una época controversial, en
virtud de que se había hecho público un supuesto caso de esclavitud y explotación laboral de sordos mexicanos en Nue-
va York, Estados Unidos. De acuerdo con las notas periodísticas, una familia de sordos mexicanos había transportado
ilegalmente hacia ese país a más sordos mexicanos, quienes habrían sido obligados al encierro domiciliario y a trabajar
en las calles y Metro de Nueva York vendiendo productos pequeños como llaveros (Tolentino y Sierra, 2021). Ver: https://
jornada.com.mx/1998/06/30/metro.html
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