Page 388 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




        de las detenciones, Edith recuerda lo siguiente: «ellos (los policías) me explicaron
        que por la discapacidad debería de tener una tarjeta para que se las mostrara y no
        tuviera algún problema, que no me agarraran para que pudiera seguir vendiendo».

               Entonces, parte de la estrategia de apelación al documento estuvo alentada
        por las mismas autoridades. Desde luego, más allá de los acuerdos relativamente
        duraderos con algunas autoridades, los sordos han acudido a su condición desde la
        vulnerabilidad para pedir apoyos económicos. Las hojas con opciones de donativos
        descritas por Julio, contienen mensajes en los que la persona indica que es sorda y que
        pide un donativo. Sin más, la gente entiende el vínculo entre pedir dinero y ser sordo.

               Dada la histórica asignación social y estatal de un «lugar» marginal en tér-
        minos simbólicos, sociales y espaciales, no es de extrañar que algunos grupos de
        personas sordas y con otras discapacidades, hayan aprendido a tratar de «sacar pro-
        vecho» de su condición fisiológica. El discurso de vulnerabilidad, que apela a la con-
        dición «no escucho», soy sordo» o «tengo discapacidad», es un discurso aprendido
        y reproducido en la interacción con los oyentes. En ocasiones surte efecto, en otras
        no, como suele ocurrir en el Metro. 169

               Sin embargo, es evidente que en los últimos años ha funcionado, al grado de
        decidir uniformarse para representarse desde el rótulo de «discapacitados». Recu-
        rrir reiteradamente a su condición para abrirse paso, puede entenderse como una
        estrategia que posiblemente inició de manera individual y espontánea, pues varios
        sordos señalaron que en sus detenciones individuales comenzaron a identificarse
        como sordas, que no escuchan o con discapacidad, hasta convertirse en una acción
        colectiva y organizada, no sólo aceptada sino incluso impulsada por las autoridades.
        Por lo tanto, la construcción del sujeto vulnerable, «discapacitado», que no escucha,
        es resultado, en este caso, de un proceso institucional-estatal.

               De este modo, en el Metro o ante otras instituciones públicas, paulatinamen-
        te se aprende a recibir y a exigir un trato particular por ser quien se es en térmi-
        nos fisiológicos. Las becas individualizadas o las escuelas especiales parten de una


        169   La etnografía puso de manifiesto que a menudo los oyentes construyen la imagen de un sujeto sordo que: «todo quiere
            gratis», «se roba los cubiertos del restaurante», va al café y se sale sin pagar», «sólo va a una fiesta porque habrá comida
            y comerá sin medida», «pide prestado y no paga» y «tiende a la promiscuidad». Enseguida, todas esas actitudes son
            explicadas bajo la idea de «falta de educación», sin embargo, queda por explorar en qué sentido son estrategias que
            responden o son resultado de procesos de largo aliento de desigualdad social y vulneración, antes que vulnerabilidad,
            producida desde los mismos oyentes.

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