Page 391 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Relaciones con el Estado, espacio público y
                                  sentidos sobre ser sordos en cuatro grupos


                Salud o el Ministerio del Interior estará al tanto del celo extremo con que esos organismos prote-
                gen instintivamente la información relativa a ellos mismos. La presunción, y su aplicación efecti-
                va, en cuanto a que el «sector público» es realmente un sector privado sobre el cual el conocimien-
                to no debe ser hecho público es, de manera demasiado evidente, el principal obstáculo inmediato
                para cualquier estudio serio del estado (Abrams, 2015: 23).

                 El supuesto desconocimiento sobre los vagoneros sordos, la falta de dispo-
          sición institucional para dialogar o la negación directa de información «pública»,
          ponen de manifiesto que no ha sido suficiente apelar a la identidad deficitaria en
          términos sensoriales para abrirse paso en el Metro. La etnografía de la discapaci-
          dad revela cómo la misma discapacidad se concibe y es capitalizada o puesta en
          juego por los sujetos que la encarnan. La etnografía del Estado, por otro lado, per-
          mite identificar de qué maneras sus agentes de carne y hueso construyen un marco
          de recepción y gestión para aquellas poblaciones «naturalmente desvalidas»; mar-
          cos que, sin embargo, no siempre son transparentes institucionalmente. Mitchell
          (2015) también advierte que los arreglos y prácticas instituciones son difusos. En
          este sentido, la apelación a la vulnerabilidad bajo la condición de «discapacitado»
          como posición de reclamo, se entrecruza con acuerdos entre vagoneros y autorida-
          des, los cuales tienden a ocurrir al margen de las normas institucionales.

                 Además de mis recorridos físicos por las oficinas del Metro, me dispuse a
          realizar búsquedas en internet. La información también fue escasa. Apenas un par
          de noticias sobre el ambulantaje en el Metro, en las que ocasionalmente se hacía
          alusión a la presencia de los sordos. También algunos foros de discusión donde se
          llegó a hablar de ellos, sobre todo cuestionando su condición auditiva. De parte del
          gobierno, sólo una nota brevísima en Twitter acompañada de un par de fotos y sin
          detalles, publicada por la Dirección de justicia cívica: «Realizamos una capacitación
          en materia de la Ley de Cultura Cívica para Vagoneros Sordomudos del @MetroCD-
          MX». Los vagoneros por su cuenta no tienen como colectivo páginas de internet o
          redes sociales virtuales.


                 Es probable que las estrategias de ocultamiento y visibilización hayan cul-
          minado en determinado momento con alguna negociación en específico política
          y económica, aunque los vagoneros sordos siempre me insistieron y dejaron ver
          que su derecho a trabajar en el Metro se basa en su antigüedad en el Metro y en
          su condición de discapacidad. En otras organizaciones de vagoneros oyentes, sin
          embargo, se sabe que es preciso pagar cuotas para permanecer en el Metro. Varios
          vagoneros insistieron, incluso sin preguntarles, en que no pagan a nadie para per-


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