Page 394 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




        los sordos. Casi todas las indicaciones son auditivas, muy pocas se despliegan por
        medio de otros registros sensoriales como las luces. Las televisiones colocadas en
        algunas estaciones reproducen contenidos informativos que están a cargo de la em-
        presa de publicidad «ISATV», aunque no incluyen la interpretación de señas.

               La señalización de las estaciones sería más «inclusiva» porque a diferencia
        de Metros de otros países como Francia, el de la Ciudad de México incluyó logotipos
        con imágenes para cada estación, dado que, según Signorelli (1999), está pensado
        para ser utilizado por contingentes de personas que no saben leer y escribir. Efec-
        tivamente, por razones muy particulares, muchos sordos están poco familiarizados
        con la lectura y la escritura, pero se han «apropiado» (desde luego, incluidos los
        vagoneros) del Metro a partir de los logotipos de las estaciones para los que han
        producido señas. 173

               Sin embargo, las políticas de accesibilidad física y comunicativas relativas
        al Metro pasan a un segundo plano de importancia, al menos para los vagoneros
        sordos, quienes han priorizado el derecho al trabajo, por lo que han acudido a las
        distintas estrategias descritas. En la actualidad es verdad que la gente con discapa-
        cidad, y las personas sordas en particular, han alcanzado mayores niveles de educa-
        ción y acceso a puestos de trabajo profesionalizados y especializados, sin embargo,
        las desigualdades entre personas con discapacidad y sin discapacidad son vigentes.
        La falta de oportunidades laborales, fincada al inicial proceso desigual de acceso a la
        educación de los sordos con respecto de los oyentes, promueve la proyección en el
        trabajo «informal» y la consecuente necesidad de ocupar un lugar en apariencia no
        permitido para ello.


               La construcción colectiva de lugares para el trabajo, ahí donde no estaban
        pensados para dicho fin, revela el conocido contraste entre un espacio proyectado y
        materializado por el Estado y un espacio imaginado y usado socialmente (Lefebvre,
        2013). Por este motivo, la apropiación de sitios como el Metro por parte de sordos,
        constituye una respuesta colectiva a la palidez de las leyes y políticas de derechos
        humanos, específicamente del derecho al trabajo. Su presencia en el Metro es expre-
        sión de una acción y estrategia desde la subalternidad económica ligada a su con-
        dición de discapacidad, sin perder de vista que también, se exige el reconocimiento

        173   Hace un par de años se realizó un proyecto comunitario a través de una asociación civil de sordos para recabar todas las
            señas referentes a las estaciones del Metro. Algunas tuvieron más de una. Si bien uno de los criterios para participar era vivir
            cerca de una estación del Metro, al aparecer los vagoneros no fueron convocados para la iniciativa, al menos no los de las
            líneas tres y nueve, aun cuando son los más asiduos «usuarios» de dicho medio de transporte por su evidente ocupación.


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