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Relaciones con el Estado, espacio público y
                                  sentidos sobre ser sordos en cuatro grupos



          Virgen de Guadalupe acompañada de un arreglo floral con rosas de distintos colores
          y con la leyenda: «Comunidad católica de sordos de San Hipólito». Antes de ingresar
          a la Basílica se lleva a cabo una nueva oración. Una vez en el recinto, donde ya es
          esperada la peregrinación, se lleva a cabo una misa con el contingente de sordos y
          el público general habitual. Desde luego, la ceremonia es interpretada en lengua de
          señas. El sacerdote hará alusión a la presencia de los sordos y les dirigirá algunas
          palabras. Cuando la misa termina, es común tomarse fotografías en el altar y con el
          arreglo floral. A la salida los saludos y las pláticas se pueden extender por buena
          parte de la tarde afuera del recinto.

                 Esta descripción breve corresponde a mi experiencia de 2019, aunque se-
          guramente algún elemento del evento puede cambiar. La finalidad es destacar una
          forma ritualizada y periódica de ocupar la calle en tanto que espacio público físico.
          El evento no impide el flujo vehicular, en virtud de que se puede caminar por la
          banqueta o a un costado. No será necesario contar con el apoyo de seguridad vial y
          desde luego la práctica no representa algún tipo de conflictividad con las autorida-
          des. Conforme se llega a la Basílica, más visibles son otro tipo de peregrinos.


                 En resumen, si bien la pastoral sorda de San Hipólito participa de los modos
          políticos e institucionales y físicos y abiertos de uso del espacio público, su actividad
          ocurre primordialmente en el claustro del templo de San Hipólito y del Centro Clo-
          tet. en estos dos ámbitos se comparten perspectivas que armonizan con MEBISOR:
          la identidad lingüística, las señas como primera lengua de los sordos y la necesidad
          de que el Estado garantice no sólo la enseñanza pública de dicha lengua como len-
          gua materna, sino que a través de esta se imparta la educación escolar. En el Templo
          de San Hipólito hay personas sordas que aprendieron a leer los labios, están oraliza-
          das, saben leer y escribir español o quizá utilizan algún dispositivo tecnológico para
          escuchar: implante coclear o aparato auditivo.

                 Pese a todas estas diferencias individuales, en el Templo predomina la co-
          municación en LSM. Esta no sólo constituye el idioma principal, sino que articula
          la posibilidad de existencia y continuidad del grupo en el Templo. Ahí se pone en
          primer plano la identidad asociada a las señas, antes que la característica fisiológica.
          La lengua de señas se utiliza durante las misas con intérpretes, también cuando se
          llevan a cabo estudios bíblicos luego de las misas, desde luego en los cursos de señas
          y en los cursos de regularización educativa para niños sordos, durante los encuen-
          tros de preparación entre intérpretes, en las distintas festividades de orden religioso



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