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Relaciones con el Estado, espacio público y
                                  sentidos sobre ser sordos en cuatro grupos



          premisa similar, según la cual es preciso dotar perpetuamente de apoyos a quienes
          (eternamente) «más lo necesitan». En consecuencia, las  políticas de orientación
          asistencial están lejos de desmontar los fenómenos estructurales de carácter social,
          cultural, histórico, político y económico que habrían terminado por colocar a la gen-
          te con discapacidad (por eso viven con discapacidad, en tanto que condición de des-
          igualdad socialmente producida y sostenida) en un estado perenne de inequidad, a
          la espera de consentimientos indulgentes como ocurre en el Metro. 170  Dado que es
          más sencillo otorgar algunos permisos que revertir las desigualdades estructurales,
          las políticas asistenciales, oficiales y no oficiales, tienden a preservarse.

                 Además de los emblemas relativos a la lengua de señas y a la discapacidad,
          son sugestivos en las playeras los logotipos de los distintos gobiernos de la ciudad.
          Estos van cambiando según la administración en turno. Al incorporarlos en su indu-
          mentaria, inicialmente consideré que tal vez se habría facultado alguna una política
          abierta de acuerdos entre las autoridades del Metro y los vagoneros sordos, aun
          cuando se supone que la ley escrita prohíbe todo tipo de venta ambulante en las
          instalaciones del Metro. Por un lapso me dispuse a emprender el contacto con las
          autoridades del Metro, pues sabía de antemano sobre la prohibición oficial. El ob-
          jetivo fue tratar de rastrear la posición de las autoridades del Metro más allá de la
          fachada institucional.


                 Comencé preguntando a quien se encuentra mucho más cerca de los vago-
          neros: los policías de estación. En el Metro Universidad uno de ellos me recomendó
          acudir al Metro Juárez o a Cuauhtémoc. Primero fui al Metro Juárez, pero no me
          entendieron, pensaban que quería una credencial de transporte para personas con
          discapacidad. Luego de que me expliqué, dijeron que no sabían sobre un área de
          atención a personas que venden en el Metro. De Cuauhtémoc me dijeron que acu-
          diera a unas oficinas cerca de la estación Pino Suárez, aunque tampoco hallé interlo-
          cutores. Ahí pregunté a un policía, pero me dijo que las oficinas ya no estaban en esa
          estación; necesitaba ir al Metro Salto del Agua. Dentro del Metro volví a preguntar a
          otro policía, pero él no me dirigió al Metro Salto del Agua, sino a la estación Sevilla.
                 Decidí acercarme primero al Metro Sevilla ubicado en la línea uno (rosa).




          170   El fenómeno es antiguo. En el capítulo II recordé a Marx (2009) quien describió que en el siglo XVI “mendigos viejos e
              incapacitados” debían contar con una licencia para mendigar. En el mismo capítulo hice referencia a la construcción
              de las personas con discapacidad, incluidos sordos, como «inútiles» y «mendigos», según las perspectivas jurídicas y
              estadísticas del Estado. Hoy pareciera que el fenómeno se reactualiza. Los certificados médicos y credenciales de dis-
              capacidad sirven para acreditar una condición que es menos castigada cuando se trabaja en el Metro como vagonero.

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