Page 392 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




        manecer en el Metro.

               En las líneas tres y nueve, al menos, suelen llevarse a cabo «tandas». En Mé-
        xico, las tandas constituyen un mecanismo colectivo por medio del cual el que la
        organiza reúne el dinero de cada integrante que participa y luego lo entrega a deter-
        minado integrante. La colecta y entrega del dinero es periódica (a la semana o mes)
        y termina una vez que cada participante haya recibido el monto proporcionado por
        el resto. Durante mi estancia en las líneas tres y nueve fui testigo de la recolección
        de la tanda. En ambas líneas comentaron algunos miembros que la tanda era para
        ayudarse, aunque no me quedó claro cuándo se entregaba. No sugiero que la tanda
        sea un concepto empleado por sordos o un eufemismo para designar el pago de
        derecho a trabajar en el Metro, aunque tampoco tuve certeza de que no fuese así. El
        dinero es un tema más reservado entre los vagoneros. 171

               Las relaciones económicas y políticas son difusas, pero, regresando a las pla-
        yeras y los emblemas, la incorporación del logotipo del gobierno de la ciudad en
        turno crea el efecto de legitimidad ante el público. Asimismo, en la práctica poseen
        efectividad frente a las autoridades. En un par de ocasiones observé que los policías
        reaccionaban distinto a las playeras. Una de esas ocasiones fue cuando José y yo in-
        tentamos ingresar al Metro. El policía del torniquete le dijo que no podría ingresar
        por «andan duros con los ambulantes». Acto seguido José le mostró su playera y el
        policía lo dejó entrar. 172

               Empero, si su presencia no está respaldada abiertamente por una política, la
        utilización de los logotipos tampoco lo es, como afirma Julio a través de una entrevista
        escrita apoyada con el teléfono celular: «nosotros los pusimos nada más sin permiso
        jejejeje». En todo caso, es surgente el hecho de que a través de los años hayan pasado
        de las estrategias de ocultamiento y camuflaje a la búsqueda de visibilidad y distinción
        con respecto de quienes son vagoneros, pero no sordos. Las distintas experiencias de
        los vagoneros revelan que sus relaciones con las autoridades distan de ser uniformes
        en el tiempo, aunque tampoco se vislumbran del todo legibles. Su presencia oscila
        entre los arreglos extralegales, la permisibilidad y el hostigamiento policial.
               Aun cuando no se adhieren directamente a las políticas del reconocimiento

        171   Además, en la línea 3 no tuve oportunidad de presenciar la dinámica de las reuniones semanales donde se lleva a cabo
            la tanta, dado que no formaba parte del grupo. En la línea nueve también lo presencié, pero un par de ocasiones, dado
            que comencé a frecuentarlos casi al final de la etnografía cuando los conocí.
        172   En las relaciones cotidianas con los policías y algunos funcionarios u operadores del Metro, los vagoneros sordos tam-
            bién son proclives a manifestar muestras de cordialidad invitándoles un refresco o regalando algún dulce de la mercancía.

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