Page 393 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Relaciones con el Estado, espacio público y
                                  sentidos sobre ser sordos en cuatro grupos



          (derechos humanos y discapacidad, no discriminación y derechos lingüísticos), es
          probable que el cambio de época también surta efecto en su gestión por la permanen-
          cia en el Metro. Julio dejó entrever este cambio cuando una ocasión, sentados en las
          escaleras de los andenes, le pregunté sobre sus relaciones y posibles conflictos con los
          vagoneros oyentes: «ahora ciegos, sordos son prioridad del gobierno». Tiempo antes,
          cuando hablábamos sobre las detenciones policiales, indicó: «pues ya no nos agarran
          porque si lo hacen a los policías los regañan porque somos discapacitados».

                 «Ahora» y «ya no nos agarran» son expresiones de orden temporal que mar-
          can un antes y un después que abarca al presente. Julio pone de relieve que el go-
          bierno modificó, por alguna razón no explicitada, su concepción y relación con las
          personas que tienen discapacidad. No obstante, también reconoce que nunca se ha
          resuelto definitivamente su estatus en el Metro. En este contexto, las políticas del
          reconocimiento, parecen generar una suerte de ambiente social que marca un cam-
          bio de estatus y de relación con los sordos y en general con la gente que tiene dis-
          capacidad. El aura de la época podría influir en las subjetividades y prácticas de los
          agentes públicos o de gobierno, repercutiendo a su vez en el modo de gestionar la
          estancia de los vagoneros sordos. Sin embargo, más allá de los comentarios emitidos
          por Julio, es preciso ahondar en cómo tales políticas influyen, o no, en su posición
          dentro de este espacio público.


                 En suma, la posición de los vagoneros sordos dentro del Metro, responde a
          un cúmulo de prácticas y de discursos, no sólo de ellos, sino también por parte de
          los agentes del Estado. Así, durante los primeros años se mantuvieron a través de
          aprendizajes relacionados con esconderse y confundirse con los usuarios del Me-
          tro. Luego la apelación al ser «discapacitados» se correlacionó e inscribió en una
          perspectiva de permisibilidad que no precisamente es asistencial o caritativa, aun-
          que tampoco de derechos humanos o inclusión laboral, sin dejar de considerar que
          opera en la opacidad, pues las autoridades revelan poco o casi nada sobre cómo
          funcionarían este tipo de permisos singulares. Finalmente, unido a estos procesos,
          aun cuando las políticas del reconocimiento no son del todo compatibles con la «in-
          formalidad laboral», es importante dejar abierta la pregunta sobre hasta qué punto
          estén influyendo en la situación de los vagoneros sordos.

                 Al principio de este apartado señalé el vínculo entre los derechos al empleo,
          la accesibilidad de orden espacial y la accesibilidad de naturaleza comunicativa. Se-
          gún estos dos últimos derechos, el Metro sería un sitio poco o nada accesible para



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