Page 432 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
donde se vuelca la opresión, sino que también es desde este donde se confabula la
resistencia, la crítica y la emancipación.
La reapropiación del cuerpo estigmatizado devino en su presentación como
signo de orgullo y como recuerdo permanente sobre la fragilidad de la condición
humana, es decir, de la normalidad, la independencia, la belleza, la pulcritud, la
eficiencia, la inteligencia, la fortaleza y así sucesivamente. Lo «chueco», «lisiado»,
«deficiente», «loco» «discapacitado» o «tullido», constituyen categorías sociales es-
tigmatizadas recuperadas y utilizadas para subvertir su origen médico, utilizando
incluso el humor como dispositivo anti-capacitista. 196 Esta es, pues, otra forma de
hacer cultura más allá de la que se presenta en los marcos institucionales. 197 Asi-
mismo, habría que considerar el potencial que tiene dar la vuelta al anquilosado
lenguaje políticamente correcto hoy colonizado por las instituciones y vaciado de
sentido crítico y emancipatorio. 198
A propósito del debate sobre cultura, autores como Bragg (citado por Peters,
2008) y Lane, Hoffmeister y Bahan (1996) desestiman que desde la discapacidad se
pueda producir cultura o conformar un grupo étnico. Ubican estos atributos como
monopolio de la comunidad Sorda. Sin embargo, la gente con discapacidad no recla-
ma un nicho étnico. Asimismo, la formulación y portación de cultura dependerá de a
qué concepto nos adherimos, considerando que existen decenas de definiciones. 199
196 Por un tiempo funcionó una página de Facebook con el nombre «perdóname por ser sordo». Desde el título se trataba de
ocupar la ironía y el sarcasmo para interrogar, según interpreto, que en nuestra sociedad ser sordo es motivo de reproche,
condena y auto-culpa. Los denominados memes también imprimían un toque de humor a temas de la comunidad que ge-
neralmente son abordados con más seriedad. Si bien existen diversos estudios sobre el humor entre sordos, valdría la pena
examinar cómo se relaciona con las luchas políticas.
197 Después de todo, la seña de «sordo y Sordo» sigue recordando la asociación mecánica y falsa entre la oreja y la boca (con
el dedo índice primero se señala la oreja y luego la boca). Es decir, no sólo se advierte que hay algo singular con el oído,
sino también con la boca, pese a que mucho esfuerzo se ha hecho en tratar de borrar del mapa sociocultural la palabra
«sordomudo»; entonces, la alusión a la falla auditiva persiste en la seña. Bajo la perspectiva que afirma que el ser sordo alu-
de principalmente a una característica lingüística, la seña «sordo» debería de trasladarse de la oreja y boca a un elemento
asociado con las manos, aunque sí existe y se usa justamente para la seña de lengua de señas o indicar el acto de señar.
Por otro lado, es probable que la seña de «sordo» haya sido introducida por oyentes, dado que en épocas pasadas tenían
mucha más influencia en la configuración de las señas, como se discutirá en el último capítulo.
198 Corregir a la gente sobre la diferencia entre «discapacitado» y «con discapacidad» ha sido casi extenuante porque el
primer término, más otros vocablos que perduran en la conciencia colectiva («capacidades diferentes», «capacidades
especiales», «inválido», «minusválido») anidó en las estructuras socioculturales y mentales, pero además, aun cuando el
término políticamente correcto haya sido incorporado, se fue diluyendo, desprovisto del contenido y práctica que deseaba
expresar para reducirse a un habla correcto, sin que muchas veces se entienda a cabalidad el significado. El ímpetu posmo-
derno sobre el lenguaje carece de sentido si no se vincula con la praxis.
199 Sin desear entrar en detalles, algunas señales socioculturales son: 1) precisamente sobre la reversión de las categorías
negativas, y coincidiendo con Peters (2008) esta apropiación implica la producción de un lenguaje para posicionarse y
entender el mundo; 2) de igual modo, la neuro-diversidad o las sensorialidades subalternas (como la visual) producen otras
formas de captar la realidad y producir conocimiento; 3) los distintos grupos con discapacidad han desarrollado sus propias
organizaciones sociales e instituciones. Si bien algunas son de corte asistencial o apegadas a las instituciones públicas
monopolizando los recursos (similar a algunos personajes u organizaciones de sordos), otras tantas se sitúan al margen
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