Page 448 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
desarrollado en un tiempo determinado bajo la provisión de agentes sociales, públi-
cos o particulares, así como con la facilidad que permiten los recursos económicos
provenientes de fuentes personales familiares, públicas, privadas o mezcladas.
En mayor o menor medida cada uno de estos atributos capitalizados son
abordados en la literatura de los estudios Sordos, sin embargo, a menudo indepen-
dientes unos de otros. Por ejemplo, como se verá, la vasta literatura sobre el implan-
te coclear se centra en tal dispositivo, tomando en cuenta tangencialmente algunos
o ninguno de los otros atributos. La finalidad es ubicarlos teóricamente como parte
de un mismo marco y proceso de interrelación entre la cultura oyente y sorda.
Por otro lado, Bourdieu (1985) pone en circulación el concepto de «capital
lingüístico» para dar cuenta del acervo de conocimientos y prácticas (desiguales y
en competencia) relacionadas con formas de habla oral y escrita, estilos apropiados
e impropios de expresión, conocimiento de las reglas gramaticales y etimologías, es
decir, erudición y autoridad sobre un idioma considerado legítimo. No obstante, el
problema con el concepto es que ciñe lo lingüístico a la oralidad y a la escritura. En
el primer capítulo comencé con la problemática relativa al binarismo que divide la
historia de la humanidad en culturas orales y escritas. Durante el capítulo IV retorné
brevemente al tema con la discusión sobre el lenguaje y la construcción de la reali-
dad en la perspectiva de Berger y Luckmann (2003).
Desde luego, si se quiere, gran parte de la filosofía y la sociología del lengua-
je, lo mismo que la lingüística, parten de una perspectiva «audista» porque concibe
los intercambios lingüísticos únicamente en el plano oral y escrito. Sin embargo, las
discusiones sobre las señas como una lengua, comenzaron apenas a inicios de los
años sesenta del siglo XX y su reconocimiento político ha sido gradual. Esto significa
que, según las condiciones actuales de nuestro conocimiento, no se puede deman-
dar a autores de épocas pasadas que se ajusten a la nuestra. Lo que sí se puede rea-
lizar es repensar el conocimiento actual desde conceptos ya establecidos.
Así las cosas, a la propuesta de Bourdieu se pueden incluir no sólo la lengua
de señas, sino también los elementos sensoriales como la audición y la vista, los
artefactos tecnológicos y las técnicas de rehabilitación oral como parte cardinal de
la producción y reproducción de las competencias lingüísticas. Al dar cabida a las
señas y los elementos sensoriales y tecnológicos, se extiende la noción de capital
lingüístico o se da lugar al concepto de capitales comunicacionales.
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