Page 509 - Más allá de la razón oyente digital digital
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¿Quién es el sujeto Sordo? Capitales comunicativos y liderazgo
bastante, ya los líderes a ese nivel… desde abajo ¿no?, de quién puede y quién no puede llegar y en
cuestión de sordos de generaciones de familias de sordos, pues también porque digo puede haber
toda una familia de sordos, pero si no tienes el recurso que te permita cómo moverte, ir de metiche
por aquí o por allá, tampoco te das como a conocer, en cambio, quien: «pues voy acá, voy allá, yo
conozco, yo pago, yo vengo, yo invito» (padre oyente de hija sorda).
— Sí, yo creo que influye, sí es determinante la economía. Por ejemplo, ahorita van a salir varios
chicos del bachillerato: «yo, pues me voy a ir a una universidad privada, pero no hay intérprete,
no importa, mi papá lo paga»; imagínate que después salga y sí se titule, pues va a decir yo pagué,
yo estuve en esta escuela… (padre oyente de hija sorda).
Los comentarios citados demuestran que la interpretación o la educación
para sordos no son únicamente un problema de «barreras lingüísticas» o comunica-
tivas, sino también un problema de acceso material. Cuando se habla de comunidad
sorda, pocas veces queda en el análisis las posiciones que los sordos desempeñan
de acuerdo con la clase y a los capitales adquiridos. Desde la introducción general
he indicado que la preeminencia de la dimensión cultural y lingüística en la investi-
gación, obnubila las dimensiones más sociológicas de la comunidad, como lo son las
relaciones de poder y también, en este caso, las diferencias de clase. Algunos sordos
con los que traté, se quejaban del imaginario oyente, según el cual «sordo» es sinó-
nimo de pobreza. 237
La sordera, en tanto que condición fisiológica, pudiese tener una correlación
con la desigualdad. La proliferación de algunos virus y enfermedades, así como la
atención médica deficiente son aspectos que se vinculan en algunos casos con el
surgimiento de la pérdida de audición. Dichas condiciones podrían estar distribui-
das desigualmente en la sociedad, pero se necesitaría examinar a detalle en la lite-
ratura o incluso empíricamente si la investigación dice poco, cómo se distribuye la
falta o pérdida de audición entre las clases sociales.
Por otro lado, en el capítulo IV sostuve que se trata de una condición más o me-
nos azarosa, pues incluso en familias sordas no hay garantía de continuar con el linaje.
En la Ciudad de México algunas familias sordas reconocidas han roto con ese patrón.
La premisa es que, hasta cierto punto, la falta o pérdida de audición demuestra cierta
transversalidad a las clases sociales. Asimismo, nacer o volverse sordo en una familia
237 Alguna ocasión, luego de determinado evento, acudí con más personas sordas a comer en un pequeño restaurante
que contaba con mesas a la intemperie, sobre un pasillo comercial. Estando ahí llegó una persona sorda con una típica
tarjeta, la cual indicaba que pedía un apoyo monetario. Alguien de la mesa señaló con cierta molestia: «¡nosotros igual
somos sordos!». Aunque la expresión ponía de relieve que ser sordo no es pretexto para pedir dinero, se dejó de lado si
aquella persona hubiese contado con las mismas oportunidades que quienes estábamos en la mesa. La identificación
auditiva y hasta lingüística no dejó ver las desiguales condiciones de clase.
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