Page 534 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
En este sentido, la identidad es inseparable de la modelación colectiva, no se le puede
pensar de manera aislada (Sandel, 2011) o al margen. De ahí que se critique la idea
liberal según la cual el individuo es independiente de lo social, como si le antecediera
(Sandel, 2000, 2011) y sólo luego se vuelve parte de esta: por el contrario, desde el
comunitarismo y, dicho sea de paso, la sociología y filosofía fenomenológicas, se indi-
ca que lo social antecede al individuo e influye vigorosamente en su devenir.
En la comunidad sorda hay evidencia de sobra para identificar que sus
miembros reconocen la importancia de la socialización temprana como parte de
los procesos de construcción de identidad. Se sabe que el sujeto Sordo requiere de
una comunidad que le otorgue sentido, una suerte de «seguridad ontológica» (Gid-
dens, 1995) comunitaria. Sin embargo, la razón por la que acudo al debate libera-
lismo-comunitarismo, estriba en la crítica de la perspectiva liberal e individualista
que propone la presencia de un individuo desinteresado, exento de coparticipación
y responsabilidad con respecto de la comunidad (Etzioni, 1993; Taylor, 1994, 2003).
Entonces, en el pensamiento liberal el individuo yace libre de compromisos
con la colectividad a la que de hecho pertenece. Forma parte de un agregado de in-
dividuos, del que se sirve para lograr objetivos personales (Taylor, 2003) acudiendo
a procesos racionales de libre elección bajo el discurso de la autorrealización y el
progreso personal. En otras palabras, para los liberales la sociedad (antes que la
comunidad, a menudo relacionada con la cooperación y el sentido de pertenencia)
constituye un mecanismo instrumental empleado por el individuo para alcanzar sus
fines, pues, si hay cooperación, se funda exclusivamente con el propósito de conse-
guir utilidades personales y la autorrealización (Sandel, 2000; Taylor, 1994).
Al reconocer que entre algunos líderes sordos comienza a dominar el interés
individual, el acto puede interpretarse como efecto y diseminación del pensamiento
liberal e individualista en la comunidad sorda. Después de todo, la comunidad sorda
no contraviene al liberalismo democrático y, como se reconoce, el comunitarismo es
un liberalismo entre otros, como supuso Taylor (ltxaso, 1998), pero en otra versión
ética que pretende restituir la importancia de la pertenencia, el vínculo social y la
corresponsabilidad del sujeto con su comunidad. 252
252 La comunidad sorda coexiste en una sociedad que se presume liberal y democrática como la mexicana, sin antagoni-
zar con los valores políticos de esta forma de organización e incluso luchar por acceder a estos, por ejemplo, acceder
a la participación electoral no sólo como votantes sino también como votados. No obstante, sí pone en tela de juicio
la noción liberal, individualista y multicultural que sostendría la posibilidad de que cada persona sea libre de hablar el
idioma que le convenga, considerando que en México no existe ninguna lengua oficial, al menos no en el marco jurídico.
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