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¿Quién es el sujeto Sordo? Capitales comunicativos y liderazgo



          7. Cierre: Sordos plurales y liderazgo


          A lo largo del capítulo he procurado dejar constancia sobre cómo, en primer lugar,
          las cualidades sensoriales, tecnológicas y expresivas se han diversificado a lo largo
          de la historia. En segundo lugar, adjudicadas a cada persona sorda y en apariencia
          naturales e individuales, son resultado de procesos orgánicos, sociales, económicos,
          políticos y culturales. Por lo tanto, el acceso y efectividad de elementos como el apa-
          rato auditivo, el implante coclear, la oralización o la lectura labio-facial, dependen de
          condiciones sociales tales como la economía personal y familiar o la oferta pública y
          privada, pero también de las recepciones o compatibilidades fisiológicas. De ahí que
          el implante coclear no siempre sea bien recibido por el organismo, lo mismo que la
          facultad para oralizar o la lectura labio-facial.

                 En este sentido, el discurso optimista de abrirse enteramente a todas las
          opciones comunicativas posibles debe situarse en el marco de las verdaderas condi-
          ciones económicas y materiales de posibilidad, así como en el terreno de las disposi-
          ciones orgánico-sensoriales, emocionales y afectivas. Esto significa que, aun cuando
          pareciera que están disponibles de manera indistinta para cada persona, no siempre
          se puede acceder a todos los atributos descritos. Por ejemplo, el «poder» oralizar
          pasa por una habilitación bucal en el sentido fisiológico, pero también por un «po-
          der» adquisitivo, familiar e institucional. Por ejemplo, más allá de las condiciones
          ideológicas y de poder, varios sordos que entrevisté deseaban acceder al implante
          coclear o a la oralización, pero reconocían sus limitaciones económicas.

                 Tercero: se forjan como capitales comunicacionales al ponerse en práctica,
          porque es a través de su uso como permiten algún rendimiento social, económico o
          simbólico. En cuarto lugar, son relacionales; cada capital de esta naturaleza funciona
          total o medianamente en determinado contexto, mientras que en otros falla, no sólo
          en el sentido técnico (por ejemplo, la poca eficacia comunicativa de usar la voz con
          sordos señantes), sino que es objeto de desvalorización social, objeción y posible ex-
          clusión. En consecuencia, se aprenden a usar o dejar de lado según las circunstancias.
          Por ejemplo, aquellos sordos de nacimiento o postlingüistas que, aun sabiendo usar
          la voz, deciden no emplearla en la comunidad y quizá reservarla para ámbitos más
          privados o personales. Quinto: cada persona los posee en diferentes «cantidades» y
          «cualidades». De este modo, se detentan en combinaciones singulares. Finalmente, al
          no ser estáticos, con el proceso de socialización y experiencia se adquieren, se pier-
          den, olvidan o guardan para circunstancias consideradas adecuadas.



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