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La lengua de señas como acervo disputado




                 Más  allá  de la  introducción de señas nuevas o de importación, diversos
          miembros de la comunidad consideran que las señas deben cambiar según la in-
          fluencia de procesos contextuales. Por ejemplo, cuando tomé cursos de señas en
          IncluSor, se nos comentó que había controversia sobre el cambio de seña de «de-
          legación» a «alcaldía» luego de que la condición jurídica y política de la capital del
          país cambió al pasar de Distrito Federal a Ciudad de México. Nos comentaron que al
          menos hubo un sordo que se manifestó en contra de cambiar la seña: si el cambio es
          en español, ¿por qué en señas también? Concluíamos que con la nueva palabra había
          una serie de transformaciones administrativas y que en la discusión sobre mantener
          o modificar la seña, tal vez deberían de considerarse dichas transformaciones.

                 Aunque su opinión no tendría el mismo peso que la de los sordos, algunos
          intérpretes de señas también se han animado a expresar sus opiniones sobre los
          cambios en las señas. El epígrafe de este capítulo precisamente refleja la postura de
          uno de ellos. En una posición más o menos similar, otro intérprete me indicó que tal
          vez en contextos formales haya reprimendas, pero no es posible vigilar o limitar las
          conversaciones personales. De hecho, la ponente en el Cuarto Congreso Nacional de
          Sordos Profesionistas recomendaba ceñirse a la LSM en eventos públicos y reser-
          vando señas de la ASL para la vida privada, pero ¿qué sucedería con las señas nuevas
          creadas en México por sordos mexicanos?; ¿hasta qué momento de la historia llegan
          las señas legítimas y cuándo empiezan las nuevas? Hay quienes consideran que la le-
          gitimidad de una seña no se encuentra en lo cronológico, es decir, en su antigüedad
          o en su origen geográfico (por ejemplo, acatarla porque se originó en la Ciudad de
          México) sino en un criterio socio-estadístico; la seña más empleada por la población
          señante deberá de tomarse como válida:

                Los de Monterrey, por ejemplo, hacen una seña para «ángel» y en todos los demás lados era otra
                seña y a los de Monterrey les preguntamos: «¿pero esta otra seña de «ángel» la entiendes?, y de-
                cían «sí, sí la entiendo, pero nosotros le decimos así de esta manera», entonces se decidió utilizar
                la que la mayoría comprende o en el caso de señas arcaicas el número «30» ahorita se dice así,
                pero antes le decían así (me demuestra el cambio de señas), entonces no se va a utilizar la seña
                antigua: «no, es que es la original» —alguien reclamaría— pues utilizamos la otra porque es la
                que la mayoría usa. El punto es que sea comprensible y no abogar por un grupo específico, sino
                porque el mensaje llegue a las personas (Moisés, miembro de los Testigos de Jehová con residencia
                en La Sucursal). 261



          261   Brenda, intérprete de señas, comentó durante una plática que algo similar pasó con la seña de Facebook: había varias
               propuestas, incluida una que era una inicializada «con la letra «f». Aunque hubo quienes se opusieron, esta se arraigó
               porque era utilizada por una buena cantidad de gente.

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