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La lengua de señas como acervo disputado




                 Es probable que la desacreditación gramatical de la LSM esté vinculada con
          la patologización de la escritura del español por parte de los sordos. En la pretendi-
          da empresa de oralizar y alfabetizarlos, los sordos se han enfrentado a la escritura
          del español. En ese acto, los educadores y terapeutas habrán notado justamente la
          omisión de artículos, conectores o preposiciones. En nuestra conversación informal
          afuera del hospital, Ricardo también comentó que la discriminación no ha desapa-
          recido de sus vidas como sordos y se refleja hasta en el modo de escribir: hay gente
          que no sabe por qué escriben de otro modo: «‘¿por qué escriben raro?’; ‘¡ay, escribe
          bien!’, lo que no entienden es que la gramática de las señas es distinta», subrayó. En
          consecuencia, es probable que para oyentes se deduzca lo siguiente: si el modo de es-
          critura del español entre sordos no está bien según los parámetros establecidos y si
          así señan, entonces su gramática tampoco es correcta. Jorge comentó durante nues-
          tra entrevista sus primeras impresiones sobre la LSM cuando comenzó a aprenderla:

                Fue muy difícil porque antes de entrar al centro Clotet, aquí (en el Templo de San Hipólito)
                prestaba un servicio y era solamente de domingos y enfrentarte con los sordos (…) Hasta que
                entré al Centro Clotet a trabajar y me tocó el primer grupo que me asignaron, fue un grupo de
                regularización para secundaria y fue ahí donde se rompió ese esquema (de él) de que el sordo debe
                hablar igual que el oyente o tiene que signar igual que el oyente en una forma ordenada... en la
                misma gramática, pues no; entonces empecé a ver cómo se comunicaban y empecé yo también a
                cerrar la boca y empezar a signar… como que el método que a mí me ayudó para cambiar de chip
                (Jorge, intérprete de LSM).

                 La «forma ordenada» revela una forma normativa derivada de la organiza-
          ción gramatical del español que tal vez más de un oyente ha tratado de imponer
          sobre la lengua de señas y, por lo tanto, sobre sus hablantes. Teniendo como an-
          tecedentes los «prejuicios lingüísticos», imposiciones y hasta ridiculizaciones, se
          entiende de mejor modo por qué los sordos aprovecharán cada escenario público
          para defender la idea de que la LSM es un idioma con gramática propia y estatus
          lingüístico idéntico al español. En la defensa de la lengua de señas, la gramática se
          convirtió en un marcador de distinción lingüística, alejándose de su noción anóma-
          la. Algo similar ocurrió con el gesto, concebido como parte esencial de los actos de
          comunicación, de modo que tanto la gramática como el gesto constituyen no sólo
          atributos lingüísticos y culturales, sino también como elementos políticos. De he-
          cho, en el capítulo I he indicado cómo en la filosofía y la sociología fenomenológicas
          y del lenguaje, el gesto ha cumplido un papel poco valorado en los sistemas lingüísti-
          cos, especialmente porque los análisis se centran en las lenguas orales y escritas. En
          la antropología, Herzfeld (2009) trató de restituir el gesto como parte importante
          de la comunicación, aunque no se refiere a los sordos.


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