Page 598 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




        con la constelación de afirmaciones que la audióloga (ver introducción) señaló en
        una sola presentación.

               En sexto lugar, a lo largo de los capítulos históricos y etnográficos hubo refe-
        rencias sobre la oralización y el uso de la voz. Desde la antigua cultura griega hasta
        el siglo XXI, la capacidad de comunicarse ha representado un problema para los
        oyentes. Antiguamente hubo procedimientos quirúrgicos sobre la lengua, pensando
        que tal vez eso podría hacer hablar a los sordos, pasando por técnicas de oralización
        a lo largo de los siglos. Sin embargo, de la oralización a la voz hay diferencias. La
        primera puede entenderse como una técnica médica y logopedia y la segunda como
        el ejercicio mismo del habla oral. Además, hoy también la voz se entiende como ca-
        pacidad política.

               En este sentido, hay sordos que tienen voz por partida doble: porque asu-
        men abiertamente el uso de la capacidad orgánica del aparato bucal para comunicar
        y también porque consideran que las señas o la voz sonora son modos políticos de
        pronunciarse, de tal suerte que la voz ha cambiado de sentidos, en ocasiones im-
        puesta sobre los sordos a través de las terapias, en otras resignificada y apropiada
        por los mismos sordos, como señalé en el capítulo VII. La razón, tempranamente
        despojada de los sordos en la época griega, todavía hoy no ha logrado reinstalarse
        en su totalidad. En el mismo capítulo VII abordé experiencias donde la inteligencia
        de los sordos se pone en duda, particularmente en el ámbito legal, como expresó el
        intérprete de señas Iván en nuestra entrevista.

               Mucho antes de esta investigación visité un centro de rehabilitación en el
        Estado de Hidalgo, donde niños con síndrome de Down eran canalizados al área
        de lengua de señas para que aprendieran. Este gesto institucional, visto con admi-
        ración por muchos, parecía poner en evidencia que las señas eran lo más factible
        para alguien cuya capacidad de manifestarse verbalmente no era complaciente y
        técnicamente correcta para los terapeutas. Por deducción, se estaba diciendo implí-
        citamente que la LSM es para gente intelectualmente menos capaz.


               Ahora bien, ya que las lenguas de señas han alcanzado mayor visibilidad,
        ello ha producido nuevos prejuicios elaborados y difundidos por los oyentes. En los
        últimos años ha incrementado notablemente la presencia de intérpretes de lengua
        de señas en la televisión y en otros medios de comunicación como Internet. Casi a
        diario y desde temprano es posible observarles, generalmente en el recuadro in-



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