Page 64 - Más allá de la razón oyente digital digital
P. 64

Gabriel Tolentino Tapia




        cados y se es escuchado por Dios. Pese a privilegiar la voz y la escucha dentro de la
        esfera espiritual, tal como abordaré más adelante, en el seno de la religión habrían
        surgido los primeros intentos de educación escrita, oralización y lengua de señas. La
        intención sería, precisamente, acercar a los sordos a la palabra de Dios. La imprenta
        se creó en el siglo XV de la era cristiana. Anterior a esta máquina, la palabra había
        permanecido bajo el dominio del manuscrito, muchas veces único o con limitada
        reproducción. La imprenta fijó la palabra de una vez por todas al espacio fijo y físico
        de la hoja y permitió su reproducción masiva. La imprenta nació con un fin religioso
        como lo fue reproducir La Biblia. Con la escritura a una escala masiva, los sordos se
        vieron obligados no sólo a hablar, sino también a leer y a escribir.

               La historia de las lenguas de señas y la instrucción del habla oral y la escri-
        tura tienen un origen relativamente común, o al menos es que en cierto momento
        de la historia se encontraron. Por un lado, es posible que las señas sean tan anti-
        guas como las personas sordas en la Tierra y estas a su vez tan antiguas como la
        humanidad misma. Por otro lado, el intento de promover el habla oral y la escritura
        es un proceso quizá más reciente. Empero, el encuentro entre las señas y la orali-
        dad-escritura se remonta al siglo XVI en lo que hoy es España. El monje Pedro Ponce
        de León es considerado como uno de los precursores en desarrollar los primeros
        ejercicios de un método para aprender a hablar y a escribir, pero combinado con
        elementos básicos de las señas.

               Este suceso se presta para al menos dos interpretaciones de la historia que
        constantemente se bifurcan y se encuentran: 1) el origen de las lenguas de señas
        y 2) el surgimiento de la logopedia, es decir, el ejercicio pedagógico de corregir la
        palabra, aunque su reconocimiento como disciplina fue hasta el siglo XX. Así como
        la ortopedia se consagró a la corrección del cuerpo físico, la logopedia se centró en
        la corrección de la palabra. Hasta hoy, la lengua de señas y la logopedia se siguen en-
        contrando. Más allá de eso, aquí vale la pena poner de relieve que este origen común
        se haya dado a partir del trabajo de un monje y, por lo tanto, de la religión.

               La «historia sorda» está colmada de figuras a las que se les adjudica haber
        iniciado o perfeccionado los métodos para instruir la palabra oral y escrita en per-
        sonas sordas. De manera similar ocurre con el origen de las lenguas de señas. Sin
        embargo, un cúmulo importante de investigaciones reconoce a determinados per-
        sonajes. Uno de los más antiguos corresponde a la figura de un monje español. Siglo
        XVI, el Renacimiento; se dice que el monje Pedro Ponce de León fue el primero en



                                              64
   59   60   61   62   63   64   65   66   67   68   69