Page 66 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




               Navarro (2011) comenta que la única técnica que no desarrolló fue la lectu-
        ra de labios. Similar al monje Pedro Ponce de León, Bonet se dedicó a la instrucción
        de un número acotado de personas que formaban parte de la aristocracia. En este
        caso, Orellana y Gascón comentan que Bonet se dedicó a educar al hijo de la Duque-
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        sa de Frías.  Pese a conocer la relación oído-vocalización, debemos hacer notar
        que su libro se centra en «enseñar hablar a los mudos», lo cual puede interpretarse
        como: 1) el reconocer que en ciertos casos la pérdida de audición no tenía solución
        y al mismo tiempo saber que al menos desde el monje Pedro Ponce de León se podía
        producir la palabra en personas sordas o; 2) Bonet seguía perteneciendo a una cul-
        tura oral, aun cuando la palabra escrita ya estuviera en práctica y, por lo tanto, daba
        más importancia a la oralidad.

               En todo caso, su obra es un hito no sólo porque sistematizara un método,
        sino también porque representa una fuente escrita que puede leerse como objeto
        historiográfico. Aunque irónicamente llevó su método al mundo de lo escrito; un
        mundo del que apenas se quería hacer partícipes a las personas sordas. De hecho,
        también debe señalarse que su trabajo estaba dirigido a oyentes, quienes serían
        futuros instructores de personas sordas. A partir de esta época los alfabetos manua-
        les comenzaron a popularizarse como método de educación en Europa (Monaghan,
        2003). Si bien Bonet distinguía la diferencia de los órganos del oído y de la boca, la
        noción de que estaban conectados y que por ello la mudez está orgánicamente vin-
        culada a la sordera, perduraba. Por ejemplo, Bell (1884) afirma que en 1656 Antony
        Deusing, en un escrito sobre personas sordas, declaraba que los nervios de la lengua
        y la laringe estaban conectados a los del oído, por lo tanto, la afectación de un nervio
        perjudicaba al otro.


               En cuanto a los aparatos auditivos, aunque Bauman (2014) sostiene que
        buena parte de la historia de los artefactos para ayudar a escuchar no está docu-
        mentada, luego de la Edad Media, hacia el siglo XVII, se encuentran los primeros
        registros. Trompetas, tubos de conversación y otros artefactos acústicos similares
        fueron empleados por lo menos a partir del siglo XVII (Lybarger y Lybarger, 2014).
        En los textos de historia natural de Francis Bacon, publicados en 1627, se mencionó
        por primera vez a un dispositivo (Bauman, 2014). Al menos durante otros dos siglos
        más, los aparatos fueron acústicos hasta que emergiera la electricidad en el siglo
        XIX. En su fabricación se incluía el acero, la plata, la madera e incluso todavía cuer-
        nos de animales. Esto sugiere que los cambios fueron graduales.


        20   Orellana y Gascón realizaron una nueva versión comentada de la obra de Bonet en 1930.

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