Page 70 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
(Kennedy, 2015). Además, Sicard creía que, a la falta de escucha y voz, la instrucción
por medio de las señas haría desprenderse de la calidad de persona tonta e inmoral
(Aicardi, 2009). El cambio de administración con Sicard y de régimen político lue-
go de la Revolución francesa, trajo consigo cuestionamientos acerca del Instituto
Nacional de Sordomudos y del estatus de las personas sordas (Aicardi, 2009), ya
en el siglo XIX. Uno de los dilemas era si se trataba de pacientes o estudiantes. Am-
bigüedad porque, por un lado, recibían educación y, por otro lado, tenían una disca-
pacidad sensorial, incluso interpretada como mental por algunos sensacionalistas
(Aicardi, 2009), una vieja asociación que se actualizaba.
Según la visión reformista, se esperaba que las personas sordas que atendía
el instituto se convirtieran en ciudadanos útiles en términos sociales y económi-
cos (Aicardi, 2009). Bajo una interpretación que se desprende del pensamiento de
Foucault, se aduce que esta institución, y otras que se habían fundado en Francia y
Europa, constituían parte de un proyecto disciplinario bajo la implementación de
tecnologías del sujeto (Aicardi, 2009) aunque para Kennedy (2015) esta tesis es re-
duccionista, en virtud de que no permite ver otras motivaciones e intereses dentro
de la institución, más allá del poder estatal.
3. Contra las señas: medicina, tecnología y eugenesia
Durante el siglo XIX, el «método francés» iniciado con l’Epée tuvo resonancia en
diversas partes del mundo. Se seguían edificando instituciones bajo el método ma-
nual; una influencia que llegaría a América del Norte y Latinoamérica. En el primero
de los casos, un hombre llamado Thomas Hopkins Gallaudet, clérigo anglicano, esta-
ba interesado en conocer el trabajo que se hacía en Europa. Viajó a Francia y conoció
a Sicard y a un alumno suyo llamado Laurent Clerc, un profesor sordo exalumno de
Sicard. Gallaudet se había interesado en las personas sordas cuando conoció a una
niña sorda en 1814 en Connecticut. Parecía que desde Pedro Ponce de León la his-
toria se repetía una y otra vez: alguien cercano a la religión conoce a una persona
sorda y se interesa por esta.
Clerc viajó a Estados Unidos junto a Gallaudet, desarrolló la lengua de señas
y se convirtió en un líder sordo (Rholetter, 2016) aunque Sicard no lo tomó con
mucho agrado (Kennedy, 2015). El caso de Gallaudet y sus descendientes, quienes
continuaron con la educación de personas sordas, es importante porque constitu-
ye uno de los elementos fundadores de la cultura y educación en Estados Unidos
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