Page 74 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
Los trastornos del lenguaje, los desórdenes de la comunicación, los trastor-
nos de procesamiento auditivo, los problemas del habla, las patologías del habla y
del lenguaje, la erróneamente nombrada discapacidad del habla o del lenguaje o la
también mal referida sordo-mudez, son categorías deficitarias actuales, producidas
y gestionadas en primer lugar por el saber médico y a menudo compartidas por
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áreas más sociales como la pedagogía y la psicología.
Algunas disciplinas como la otología o la logopedia surgieron con el ánimo
de resolver concretamente los problemas de la audición y el lenguaje, pero otras
son más bien auxiliares. Por ejemplo, la epidemiología, la bacteriología o la genética
aportan elementos para estudiar asuntos relativos a la etiología o las consecuencias
de la falta de audición. Asimismo, con el paso del tiempo y los avances en ciencia y
tecnología, otras disciplinas como la neurociencia o la biología molecular han sido
aprovechadas. Esto es, en conjunto, un amplio campo multidisciplinar, siempre en
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crecimiento, organizado en función de la audición y el lenguaje.
Si en los siglos XVI, XVII y XVIII personajes como el monje Pedro Ponce de León
y Bonet y el abate l’Epée desde el mundo religioso habían puesto en cuestionamiento
las antiguas nociones griegas que sujetaban a las personas sordas a la mudez y la im-
posibilidad de instrucción, y si el intento de habilitar o rehabilitar la audición se había
reducido al desarrollo de aparatos acústicos de piezas de animal, madera o acero, en
el siglo XIX el apogeo de las ciencias y la tecnología, dado el impulso de la electricidad,
trajeron consigo otras formas de buscar producir la escucha y la oralización.
Por esta razón no es casual que los métodos orales, pretendidamente apoya-
dos en la ciencia, se impusieran a los métodos manuales a finales del siglo XIX. En El
Nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica, precisamente Fou-
cault (2001) analiza la constitución e institucionalización del saber médico entre el
siglo XVIII y el XIX. La mirada que objetiva al cuerpo se consagra como canon de la
25 Centrados en una posición en la que el lenguaje, el habla y la comunicación se reducen a la oralidad. No hay cabida para
otras formas de comunicación, por ejemplo, aquellas basadas en las manos que son propias de las personas sordas. He
aquí un primer prejuicio. Otro es considerar que existe irremediablemente una conexión automática entre la falta de audi-
ción y la mudez. Esta segunda refiere a dificultades, concretamente del aparato orgánico que permite la oralidad: la boca,
la garganta, la tráquea, la laringe y otros órganos asociados que permiten comunicar con y desde la boca. De este modo,
los sordos, la mayoría de hecho, tienden a ser sordos, pero no precisamente mudos. Por tal razón, pronto aprendí en trabajo
de campo que la denominación «sordomudo» resulta molesta para buena parte de la comunidad sorda.
26 Genética, audiología, etiología, otología, fonología, foniatría, fonoaudiología o logopedia, otorrinolaringología, neuro-audio-
logía, neuro-otología, neurobiología de la audición, fonética, psicología del lenguaje, logogenia, vocología, estomatología,
biología molecular, biotecnología y nanotecnología son algunas disciplinas que actualmente se encuentran comprometi-
das en las cuestiones de la audición y el lenguaje.
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