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Gabriel Tolentino Tapia




        a prohibirse como método de educación. Al evento concurrió gente de siete países:
        Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, Alemania, Bélgica y Suecia. De estos, al
        parecer sólo Estados Unidos e Inglaterra votaron a favor del método manual (Mona-
        ghan, 2016).  El abate italiano Guilo Tarra, uno de los organizadores, pronunció las
        siguientes palabras:

             El gesto no es el verdadero lenguaje del hombre, ni el que corresponde a la dignidad de su natu-
             raleza. El gesto, en lugar de dirigirse a la mente, estimula la imaginación y los sentidos. Más aún,
             no ha sido ni será nunca el lenguaje de la sociedad. Así, para nosotros es absolutamente necesario
             prohibir ese lenguaje y reemplazarlo con el habla viva, el único instrumento del pensamiento
             humano (…) la lengua hablada es el único poder que puede reanimar la luz que Dios alentó en
             el ser humano, cuando, dándole un alma en un cuerpo físico, le dio también un medio para com-
             prenderse, para concebirse y para expresarse a sí mismo. Pero las señas mímicas, por una parte,
             no son suficientes para expresar la totalidad del pensamiento (…) el lenguaje fantástico de las
             señas exalta los sentidos y fomenta las pasiones, mientras que el habla eleva la mente mucho más
             naturalmente (Lane, 1984: 391).


               El evento y la resolución no fueron un suceso fortuito. Por un lado, de los
        164 asistentes, sólo dos eran sordos (Navarro 2011). En segundo lugar, la gente que
        había estado apoyando el método oral intentaba apuntalar su eficiencia con base en
        investigaciones educativas, lingüísticas y biológicas, un rasgo del que se supone ca-
        recían los franceses y los seguidores de las señas (Radutsky, 1993). De acuerdo con
        Douglas Baynton, los oralistas estaban preocupados por el naturalismo científico y
        las teorías evolutivas (Hutchison, 2007). En tercer lugar, el retorno del oralismo pa-
        recía condensarse bajo la difusión de ciertos ideales nacionales en los que se preten-
        día incorporar a las personas sordas (Hutchison, 2007; Navarro, 2011) y la lengua
        sería un aspecto central.

               Luego del congreso, los efectos del oralismo fueron distintos en cada país.
        Muchas investigaciones se han dedicado a examinar cuáles fueron las consecuencias
        locales en distintas temporalidades. Por ejemplo, Francia, que había sido el nicho
        de las señas, cambió gradualmente su modelo y hacia 1887 los profesores sordos
        fueron retirados de sus cargos (Lane, 1984). En Estados Unidos, al final de la Prime-
        ra Guerra Mundial, el 80 % del alumnado había sido educado con métodos orales
        (Baynton 1996). Los efectos, y resistencias, también se manifestaron en países que
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        no participaron directamente en el evento.

        24   Por ejemplo, en Canadá, Barron (2017) señala que hubo resistencia a la prohibición de las señas y en Argentina Burad
           (2008) ha analizado cómo fue adoptado el discurso del congreso.

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