Page 67 - Más allá de la razón oyente digital digital
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La trama de la razón oyente en Occidente




                 Regresando al tema de las señas, después de Bonet en el siglo XVII, en el si-
          guiente siglo quizá el abate francés Charles-Michel de l’Epée sea la figura más emble-
          mática en esta materia. La Ilustración en el siglo XVIII, el de las luces, se forjó como
          un escenario sociopolítico convulso y prolífico para el desarrollo del pensamiento
          europeo. Los filósofos de la época mostraron un copioso interés sobre el origen del
          lenguaje y la naturaleza humana (Aicardi, 2009; Seigel, 1969). En este contexto, se
          llegó a considerar que, sin educación, las personas sordas no habían desarrollado
          el razonamiento; estaban cerca del «estado natural» del humano, similar a las per-
          sonas de otras épocas (Aicardi, 2009) o de otras sociedades contemporáneas, pero
          «exóticas».

                 Aquel salvaje, desprovisto de educación y de lenguaje, constituía la fantasía
          en la búsqueda del límite entre naturaleza y civilización, animalidad y humanidad
          (Aicardi, 2009). En este contexto, los ejercicios públicos que el abate l’Epée comen-
          zó a realizar en 1771 para demostrar actos comunicativos en las personas sordas,
          pronto se convirtieron en un evento de atracción para los interesados en el lenguaje
          y la naturaleza (Aicardi, 2009). Previo a estos actos públicos, l’Epée había comenza-
          do la instrucción de personas sordas de manera similar a Pedro Ponce de León y a
          Bonet, en su caso atendiendo a dos.


                 Empero, el abate francés se distinguió de los predecesores españoles: el pa-
          sar a concertar un proyecto de educación más amplio y abierto a la población y el
          dar más importancia a las señas que a los métodos orales (Aicardi, 2009; Kennedy,
          2015; Navarro 2011). Se reconoce a l’Epée como el primero en el mundo en fundar
          una escuela para personas sordas. Estos aspectos lo colocaron en un nicho particu-
          lar dentro de la «historia sorda».

                 Para l’Epée las señas eran un verdadero lenguaje con el que se podían expre-
          sar las ideas (Navarro, 2011). Su posición comenzaba a contraponerse a los métodos
          orales heredados de los siglos pasados. Aunque se discute el que las señas no eran
          una invención de l’Epée (Navarro 2011); por el contrario, habían sido observadas
          por él en el par de alumnas con las que trabajó inicialmente. Identificó que las señas
          que ellas realizaban manifestaban una verdadera conversación, había significados y
          sentidos en lo que hacían (Mirzoeff, 1992). Pareciera, pues, que la producción de se-
          ñas ha sido un proceso orgánico entre personas sordas, antes y ahora. El mérito de
          l’Epée en este sentido fue el comenzar a sistematizar las señas, desarrollar nuevas y
          traducirlas a una oral, es decir, la lengua francesa.



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