Page 77 - Más allá de la razón oyente digital digital
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La trama de la razón oyente en Occidente




          cia relacionados con «sordomudos», sordera, tartamudez, acústica, fisiología de la
          audición y del habla, enfermedades del oído, lingüística y psicología del lenguaje (E.
          A. F., 1884). La ciencia, apoyada en la escritura, quedaba registrada y sistematizada,
          en este caso todo alrededor de la audición y el habla oral.

                 El saber médico también se halló inmerso con la pedagogía, de alguna ma-
          nera tratando de influir al igual que como sucedió con los avances en aparatos de
          audición. A finales del siglo XIX la Sociedad Otológica Alemana convocó a una con-
          vención con los profesores de personas sordas (Veditz, 1990). El evento tenía por
          objetivo que el alumnado se beneficiara de los avances más recientes en otología y
          las posibilidades de curar enfermedades del oído. No sólo significa remediar por
          remediar los males del oído. Los biólogos veían en ello un obstáculo para la aplica-
          ción exitosa de los métodos de oralización. El avance científico de la otología parecía
          convertirse en un instrumento de aplicación en el ámbito pedagógico.


                 La otología descubría las variaciones de la capacidad auditiva, de modo que
          entre los más competentes serían capaces a aprender a hablar por medio de oído;
          bajo tal calificación se consideraba que requerían una instrucción educativa por se-
          parado y alcanzar un nivel mental superior al resto de los totalmente sordos. Fren-
          te a la negativa de algunos profesores sobre el método oral, con la Convención los
          teólogos trataron de convencerlos (Veditz, 1990). Pese a los avances científicos, los
          otólogos de principios del siglo XIX también veían las limitaciones de la ciencia mé-
          dica en el remedio de la audición, pero explotaban otras técnicas.

                 El Dr. Gordon Berry en Estados Unidos lanzaba la siguiente pregunta «¿Vale
          la pena leer los labios para adultos?: sí. La lectura de labios está lejos de ser un sus-
          tituto perfecto para la audición, pero es lo mejor que tenemos» (Joiner, 1923). El
          doctor Berry presentaba estadísticas de sus estudios de oralización y demostraba
          que sus esfuerzos en la Escuela de Lectura de Labios del Ejército habían dado fruto.

                 Con una instrucción diaria a través de profesores capacitados, había logrado
          que tres cuartas partes de la gente con la que trabajó, logró colocarse como buena
          lectora de labios en 2.7 meses: «Las lecciones deben llevarse a cabo diariamente, no
          semanalmente, y dos veces al día es mejor que una vez. Un estudiante debe hacer
          de la lectura de labios durante este estudio intensivo su principal actividad, no su
          evasión. Debe estar saturado de lectura de labios» (Joiner, 1923: 156). Cinco años
          después, se llevó a cabo otra reunión de otólogos en Alemania bajo el tema de la



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